miércoles, 23 de noviembre de 2011

Las Hijas de la Luna- XVIII

Cojo a todo correr el libro que, sorprendentemente, sigue aún bajo mi cama. Lo tomo y lentamente lo abro, acariciando con dulzura cada una de las páginas.
La tapa es pesada, probablemente un tablero cubierto de piel, hay una hermosa gema alojada en el centro de la portada, no es muy brillante, ni está muy tallada, pero hay tanta belleza en ella que por unos minutos soy incapaz de retirar la mirada.
Hojeo rápidamente, tras esto bajo apresuradamente las escaleras con una sonrisa en el rostro. Mi tía ya ha desayunado y friega su parte mientras tararea la pegadiza sintonía de algún anuncio. Le doy un rápido beso en la mejilla y pongo pana tostar mientras saco los cereales.
El resto de la mañana la paso leyendo el libro con avidez, pero para ser sincera, no entiendo lo que dice. Sí entiendo las palabras, el lenguaje, pero las frases carecen de sentido para mí y me siento totalmente perdida.
A la hora de comer estoy seria, incluso mi tía hace algún comentario, pero no digo nada más, me limito a comer.
Esta tarde he quedado con Erik, así que me pongo un bonito vestido y me maquillo. Mientras estoy en el baño dándome los últimos retoques oigo algo raro. Es como un susurro, y viene de mi habitación. Me acerco extrañada, con pasos pequeños, tratando de hacer el menos ruido posible con mis tacones. No veo a nadie, pero sigo oyendo esa voz, suena impersonal, como un robot. Mi tía entra por la puerta y se dirige a mi cama, probablemente a terminar de hacerla. Siendo consciente de que puede descubrir el libro me abalanzo sobre ella y al abraza. Me deshago en excusas y consigo que al fin salga. Tomo el libro y lo envuelvo en un pañuelo, escondiéndolo en el bolso que llevaré a la cita.
Me sorprendo ante ese pensamiento, una cita, ¿será eso?, lo medito durante unos segundos para ser consciente de que, en efecto, es una cita en toda regla.
Erik me espera frente al bar que hemos quedado, se le ve nervioso, quizás emocionado, no estoy seguro de si es por verme o por volver a ver el libro.
Nos saludamos con unos pobres dos besos y nos sentamos en una mesa apartada. No hace falta que me lo pida, pues saco el libro y lo destapo, para que pueda contemplarlo. Antes hubiese jurado que las voces venían de él, pero ahora no estoy tan segura. Abre la primera página y comienza a leer con una velocidad que me confirma que es un lector consagrado.
-No entiendo nada.- Murmura entre dientes. Yo asiento, pero decido dejarle solo con sus cavilaciones y me acerco a la barra a pedir algo para beber.
Cuando vuelvo, con sendos vasos en las manos alza los ojos con la mirada turbia y preocupada.
-Dime que tú tampoco entiendes nada.
-Ni una palabra- respondo con una sonrisa, él no sonríe. Durante el resto de la tarde hablamos del libro, lo investigamos de todas las maneras posibles, pero no encontramos nada que pueda ser útil.
Estoy enormemente decepcionada, pensé que en ese libro podría encontrar las claves que me ayudasen a descubrir qué relación tienen esas sombras conmigo, y sobre todo, qué han hecho con Gwen.
Nos levantamos de la mesa y, tras pagar, salimos en dirección a mi casa. Hemos vuelto a cubrir y a esconder convenientemente el libro. Ambos caminamos en silencio, al tensión se palpa en el ambiente.
Cuando llegamos a mi casa doy un paso adelante para entrar, pero Erik me sujeta la mano y me hace que me gire, mirándole.
-Yo también las conozco Iara, sé de lo que son capaces, tengo las mismas ganas que tú de acabar con esto, de descubrirlas y derrotarlas. Pero no podemos hacer más, no te tortures, se nos ocurrirá algo.- Me acaricia la mejilla con cariño y yo, decidida, le abrazo con fuerza, deseando que nunca me suelte, disfrutando de su calor, de su olor, de sus brazos rodeándome, como una promesa.
Al separarnos aún hay tiempo para una última sonrisa de despedida, y entro en casa. Tras cambiarme me meto en la cama y, mientras caigo en brazos de Morfeo un recuerdo acude a mi mente. La voz que he oído esta mañana va tomando forma y por fin entonces consigo entender lo que decía “Margot”

Me despierto cubierta de sudor y un pequeño chillido escapa de mi garganta. Miro a mi alrededor, estoy sola, mi marido no está durmiendo a mi lado. Pongo los pies en el frío suelo de mármol aún con el corazón latiendo desbocadamente.

domingo, 16 de octubre de 2011

Relato de una Pesadilla

Esta pesadilla la tuve poco tiempo antes de que una de mis mejores amigas, Cristina, se mudase:

No es exactamente niebla lo que cubre el prado donde nos encontramos, es una pesadez como si todo el ambiente estuviera cargado de malos presagios y tristeza. Las cosa parecen desteñidas, grisáceas, los colores son una gama cenicienta con matices desde el azul al verde, pero siempre formando un simple cariz diferente en la monotonía plomiza.

El campo en el que estamos se encuentra rodeado por un espeso bosque de abetos que prometen ser verde oscuro. Frente a mí se hallan dos enormes barracones de madera con el techo rojizo y oxidadas cañerías, a mi derecha un pequeño estanque rodeado de piedras y con peces naranjas, y a mi izquierda un camino de polvo se pierde en el bosque.

No sé por qué el lugar me recuerda a un parque de atracciones, sólo que no le encuentro el parecido. Una duda nubla mi mente, siento que falta alguien, no sé quién ni por qué lo pienso, sólo sé que falta, que no está. Me flanquean Lía y Ángela, ambas miran con la misma cara de expectación que yo todo a nuestro alrededor. La camiseta roja de Lía no parece colorida y animada, como debería, y eso me deprime. No entiendo qué hacemos aquí ni de dónde venimos, no recuerdo nada antes de estar así. Este lugar me es desconocido, aunque me viene a la cabeza un campo de concentración al pensar en dónde puedo estar. Me sigue faltando alguien, y busco instintivamente a Andrés, lo veo lejos, de espaldas, a su lado puedo reconocer a Aylén con la americana del traje de mi amigo. Él lleva las mangas de la camisa remangadas y me da la espalda, tengo la sensación de que me ignora, o que no me busca, y eso me preocupa. Pero no es él quien me falta y no me hago una idea de quién puede ser.

En ese momento me fijo en los hombres y mujeres que hay entre nosotros, antes no me había dado cuenta de que estaban. Todos visten de un riguroso gris acorde con el paisaje, ellas llevan faltas rectas por debajo de la rodilla y jerséis de cuello alto al estilo de los años 20; ellos usan pantalones de pinza y camisas grises bien cerradas, escrupulosamente planchadas y metidas. Inmediatamente pienso que parecen germanos, de rostros angulosos y ligeramente agresivos, rostros en lo que no confiaría con facilidad. Los ojos claros y fríos, el pelo engominado y, en caso de las mujeres, recogido en un tenso moño alto. Esas guardianas se me asemejan a una mezcla entre la señorita Rottenmeier y la señorita Trunchbull, aunque carecen de fustas y sus gestos parecen amables, su mirada es cortante como un látigo.

De pronto todos los guardianes se ponen en marcha y nos dividen en hombres y mujeres. Comienzan a apremiarnos para que vayamos hacia los barracones, yo me revuelvo inquieta, a dónde nos llevan, por qué nadie más que yo parece extrañada de lo que está ocurriendo, quién es esa persona que me falta. Las demás personas miran a su alrededor con curiosidad, pero no con el terror que yo lo hago, puede que ya nos hayan explicado antes de qué va esto, que yo no haya prestado atención y por eso soy la única que no entiende qué está pasando. En ese instante empiezo a sentir unas inevitables ganas de ir al baño, hace un instante no estaban ahí, pero ahora es imposible ignorarlas.

Finalmente entramos en las enormes cabañas, y ahora sí que me siento como si estuviese en la Lista de Shindler. Ante nosotras sólo hay un pequeño recibidor y una pesada puerta de hierro con un diminuto ventanuco empañado. Tengo la sensación de que nos van a meter en una cámara de gas y lloro amargamente, pese a que todas mis compañeras parecen tranquilas. Sólo un pensamiento me reconforta, igual allí dentro está la persona que me falta. Cuando una de las guardianas me indica la primera no dudo y me encamino con paso firme hacia la puerta. Al tocar el pomo me quedo sin respiración, sólo puedo pensar en si la persona a la que echo en falta estará ahí dentro, esperándome.

Pero no hay nadie, es un simple baño algo sucio, las baldosas blancas del suelo parecen antiguas y algunas están rotas. A ambos lados unas destartaladas ventanas y a mi izquierda tres lavabos en fila con sus correspondientes espejos llenos de óxido. Frente a mí tres puertas que, deduzco, conducen a los váteres. Una sensación me paraliza, quieren asustarme, no entiendo por qué pero tengo la certeza de que quieren darme un susto de muerte. No está la persona que me falta y eso me hace sentir insegura. Me encamino dubitativa a la puerta del medio y cuando me dispongo a abrir sale del baño de la derecha una mujer horrible, como deformada, con ropa harapienta y pelo mugroso, la cara desencajada y pálida como la nieve. Al darse cuenta de que no me ha asustado, probablemente porque ya me esperaba algún susto, baja la cabeza y vuelve a entrar a su váter. Cuando termino de hacer mis necesidades salgo, las guardianas me miran extrañadas, creo que han notado que no me han asustado. Quiero decirles algo a Lía y a Ángela, avisarles de lo que hay dentro, de que tengan cuidado, pero no puedo, no sé por qué pero soy incapaz de abrir la boca. Me siento en un rincón y trato de pensar en la persona que me falta, no estoy segura si es hombre o mujer, en mi mente es sólo un fantasma que me exige estar presente en mi vida.
Una tras otra el grupo de chicas sale del baño, todas parecen haber sufrido un fuerte shock, sus pupilas permanecen dilatadas, han empalidecido y no hablan, hasta casi podría jurar que no piensan en nada. Cuando todas han pasado por la prueba las guardianas nos sacan fuera y nos dejan tiempo libre. El sol, o un amago de él, ha surgido entre las nubes, pero sigue haciendo frío y la niebla sigue siendo igual de pesada. Lía y Ángela deciden jugar en el estanque, aún tienen las pupilas muy abiertas, aunque ya no parecen tan pálidas, apenas hablan, y, cuando lo hacen, es para decir frases cortas o monosílabos sin sentido, luego ríen. El shock ha debido de ser muy fuerte. Yo me limito a sentarme al borde y meter los pies en el agua. ¿Le gustarán los peces a la persona que me falta? Puede que nunca pueda responder a esa pregunta. Pienso en varias maneras de escapar, esto me recuerda demasiado a un campo de concentración. Yo no soy judía, recuerdo, ni nadie de los que conozco, además, apostillo mentalmente, los nazis desaparecieron hace años.

Al mismo tiempo todas las personas se acercan a los guardias y forman en filas, me apresuro a incorporarme, no sé a dónde vamos, pero está claro que vamos a salir de aquí. Nos encaminamos por el sendero de polvo. Puedo ver a lo lejos los rizos de la nuca de Andrés, a su lado sigue Aylén, y continúa con la americana sobre un vestido que parece de fiesta. Él ni siquiera se gira a buscarme, me inquieto, pero también me pregunto si sabrá algo de la persona que me falta, la persona a la que estoy buscando.

En poco tiempo llegamos a orilla de un río. Todo el mundo se quita la ropa y debajo llevan un bañador, yo tengo puesto un biquini rojo. Vuelvo a tratar de cruzar mi mirada con la de Andrés que sigue de espaldas, y Aylén parece que se va a bañar con la americana, es una estupidez, pienso, la mojará y la dejará inservible. Mi amigo me ignora, está pasando de mí, me siento estúpida. De pronto Lía y Ángela se tiran al agua gritando, cómo si hiciesen sesenta grados y aquel fuera el único lugar con agua en el planeta.

Fugazmente una idea cruza mi mente, ¿y si el agua estuviese envenenada o fuese ácido?, para deshacerse de los judíos les daban duchas de ácido, ¿por qué no nos va a bañar a nosotros en la misma solución?. Me decido y echo a correr hacia el bosque, pese a que voy descalza y me estoy clavando todas las piedrecitas y ramas del camino. Mis pies sangran, al igual que mis piernas. Un par de guardianes me siguen y, al darme alcance y agarrarme de los brazos para meterme al agua recuerdo de pronto quién es la persona que falta.

-¡Cristina! ¡¿Dónde os habéis llevado a Cris?! ¡Devolvedla! ¡¿Dónde la tenéis escondida?! ¡¿Por qué la retenéis?! ¡Cristina, no te rindas, te encontraré! ¡Cris!- gimo antes de desmayarme.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La sonrisa etrusca






Sinopsis: Salvatore Roncone es un hombre de los pies a la cabeza, y orgulloso de serlo. Pero cuando una terrible enfermedad le separe de su amada Rocasera, se verá solo ante la imponente ciudad de Milán que tanto odia. Aún con todo una diminuta sorpresa le espera en la espantosa metrópolis, Brunettino, su nieto recién nacido, una razón para seguir adelante y permanecer agarrado a la vida. En un principio será el pequeño su único apoyo en la gran urbe y el viejo comenzará a hacer girar su vida en torno a esa pequeña maravilla., sobreponiéndose a todo y luchando por vivir un poco más.






Opinión personal: Hermosísimo, uno de los mejores libros que he leido, rebosa ternura. Imprescindible, lloras sólo de lo hermoso que es, de lo bien que describe los sentimientos y los cambios que sufre Salvatore al conocer a ese niño que le hace cuestionarse todo lo que es y lo que fue.

domingo, 24 de julio de 2011

Bases Concurso Ellas Juvenil Romántica

Bases del PEJR:


1. Podrán participar en este certamen escritores que todavía no hayan
publicado ninguna obra a través de una editorial, de cualquier
nacionalidad, siempre que las obras que concursen estén escritas en
castellano, sean originales e inéditas y no hayan sido premiadas en
ningún otro concurso en el momento del fallo.


2. Las obras se presentarán por duplicado, mecanografiadas, en
papel DIN A4, debidamente grapadas o encuadernadas, sin el nombre del
autor, adjuntándose un sobre en cuyo exterior figure el título de la obra y
en su interior, los datos personales del autor, que serán:
-Nombre y apellidos
-Dirección, código postal y ciudad
-País
-Número de teléfono
-E-mail
Todo este material se remitirá a la siguiente dirección:
RANDOM HOUSE MONDADORI, S.A.
Travessera de Gràcia 47-49, 6ª planta
08021 Barcelona
Escribiendo en el sobre únicamente:
PREMIO ELLAS JUVENIL ROMÁNTICA
No se admitirán obras recibidas por correo electrónico.


3. El plazo de admisión de originales se cerrará a las 15 horas del 2
de noviembre de 2011.


4. Los miembros del Jurado serán Eva Rubio y Rocío Muñoz,
administradoras de Juvenil Romántica, Gemma Xiol, editora de Montena,
Teresa Petit, directora literaria de Montena y un experto en literatura
juvenil o un autor todavía por confirmar.


5. El Jurado podrá declarar desierto el certamen cuando la calidad
de los trabajos presentados no supere unos parámetros que
considere mínimos.

6. El tema será libre y la extensión será de un mínimo de 150 folios
y de un máximo de 400, a dos espacios. Deberá usarse la fuente ARIAL,
cuerpo 10.


7. El fallo del Jurado, que será inapelable, se hará público en febrero
de 2012.


8. El Jurado seleccionará dos obras finalistas. Las primeras 50
páginas de las dos novelas serán sometidas a votación popular en la
web www.megustaescribir.com La obra que consiga más votos únicos
será la ganadora. El plazo para la votación se cerrará el 30 de marzo.

9. Montena publicará la obra ganadora durante el mes de junio de
2012 en soporte papel y en soporte digital. La obra finalista se publicará
solo en soporte digital.

10. La dotación del premio para el ganador será de 6000 €,sujetos a
las retenciones previstas en la legislación fiscal vigente, que se abonarán en
concepto de anticipo por los derechos de autor que pudiera generar la
explotación de la obra. El ganador deberá firmar el correspondiente
contrato de cesión de derechos con Random House Mondadori, S.A. El
citado contrato implicará la cesión en exclusiva de todos los derechos de
explotación de la obra ganadora en cualquier modalidad o formato de
explotación y distribución conocida en la fecha de proclamación de la
ganadora, para todos los territorios y lenguas del mundo. Los royalties
para cada modalidad de explotación se detallarán en el contrato de
cesión.


11. La dotación del premio para el finalista será de 1000 €, sujetos a
las retenciones previstas en la legislación fiscal vigente, que se abonarán en
concepto de anticipo por los derechos de autor que pudiera generar la
explotación de la obra. El ganador deberá firmar el correspondiente
contrato de cesión de derechos con Random House Mondadori, S.A. El
citado contrato implicará la cesión en exclusiva de todos los derechos de
explotación de la obra ganadora en cualquier modalidad o formato de
explotación y distribución conocida en la fecha de proclamación de la
ganadora, para todos los territorios y lenguas del mundo. Los royalties
para cada modalidad de explotación se detallarán en el contrato de
cesión.


12. Los originales presentados no se devolverán y serán destruidos.


13. El hecho de presentarse a este certamen, supone la aceptación
de todas y cada una de las bases del PREMIO ELLAS JUVENIL
ROMÁNTICA.


Más información acerca del certamen en:
www.premioellasjuvenilromantica.com
contacto@juvenilromantica.es

lunes, 4 de julio de 2011

Lágrimas Oscuras




Sinopsis: Hace 3.000 años las mujeres atenienses fueron despojadas de sus derechos por los hombres de la ciudad. Algunas decidieron rebelarse y huir, aunque fuesen perseguidas por un ejército formado por hijos, hermanos y maridos. Las valientes que lograron escapar con lágrimas que derramándose de sus ojos diluyeron su maquillaje dando lugar a lágrimas oscuras, formaron finalmente una sociedad matriarcal en las que solo ellas eran dueñas de su destino. Esa es la historia de las mujeres que ayudan a la joven Aleida tras verse obligada a abandonar su Atenas natal al ser perseguida por unos hombres que tratan de matarla. A partir de entonces la joven ateniense se tendrá que adaptar al modo de vida guerrero de las amazonas y luchar a su lado en una guerra que también le pertenece, la lucha por sus derechos.





Opinión personal: Un libro del que no pudo decir menos que fantástico, increíble, impresionante. Lo vi en la librería y pensé que sería interesante empaparse de algo más de la historia de las Amazonas, pero este libro me absorbió mucho más que una simple lectura histórica, ya que la trama principal y su trasfondo siguen teniendo vigencia hoy en día. La sociedad de las Amazonas me deslumbró desde el principio, los personajes no evolucionan demasiado, pero es que la trama absorbe todo el interés del lector, también hay una pequeña historia de amor, que si bien no resulta demasiado relevante ( al menos en el primer libro) ayuda mucho a descargar emocionalmente a una historia siempre cargada de tensión, agobio y dolor. Increíbles las descripciones, pese a que el autor usa un lenguaje muy directo y sencillo que ayuda a que la historia sea más dinámica, consigue sin lugar a dudas trasladarte a la época en la que sucede la historia. De vez en cuando usa expresiones o palabras griegas que son explicadas a pie de página y que te ayudan aún más a entrar en situación.

Un libro imprescindible que recomendaría a todo el mundo.


Puntuación:















sábado, 28 de mayo de 2011

Versión: Ana de las Tejas Verdes- Anne & Gilbert (III)

-El recate de Lady Lily-

A su alrededor sólo se oía el murmullo de la balsa cruzando el lago y su voz recitando clara y serena el último párrafo fe la historia de Lady Lily, cuando se alejaba, ya muerta, de Camelot.

De pronto el agua fría le caló la nuca y eso la hizo volver a la realidad, la barca hacía aguas. Anne se agitaba nerviosa, tratando de sacar toda el agua posible. Pero la balsa se hundía por momentos y en un acto desesperado se abrazó a uno de los pilares de un puente. Se mantuvo aferrada y calada pensando que no había sido buena idea jugar con Diana y otras dos amigas a representar la historia de Lady Lily. En ese momento una barca paró a su lado.

- Anne Shirley ¿qué haces ahí subida?- La joven reconoció esa voz al instante, era la última persona que quería que la viese en ese momento. Gilbert Blythe le sonreía picaronamente.

- No lo ves, pescar truchas.- comentó ella con desdén, aunque cuando el chico le tendió la mano para subir no pudo rechazarla. Era difícil mantener la dignidad y la pose orgullosa calada hasta los huesos y con el pelo chorreando. Gilbert trataba de contener una sonrisa divertida mientras remaba lentamente, quería aprovechar esos momentos con Anne.

Durante los últimos años él había tratado de acercarse a la muchacha, pero todo había sido en vano. Hubo una vez en que la joven había sido retada a caminar sobre un tejado y, como no podía ser de otro modo, lo hizo. Pero no logró completar el reto y cayó al suelo, torciéndose un tobillo. Por más que el chico insistió en ayudarla, ella se negó rotunda. La única vez que más o menos Anne le había hablado fue en el baile de Navidad. Pero Gilbert sabía que únicamente lo hacía por una apuesta, por eso no le hizo ningún caso, es más, la ignoró. El muchacho no podía evitar sonreír ante los intentos de Anne por parecer altiva. La última vez que la había visto fue en el examen de acceso a Queen’s, en el que los dos eran los favoritos. Siempre habían sido los primeros de la clase y, además del odio que la chica le profesaba, existía una arraigada rivalidad académica.

-¿Sería tan amable de acercarme a la orilla, señor Blythe?- Este hizo lo que le había pedido y cuando llegaron la joven se apeó velozmente, Gilbert le siguió.

-Gracias por ayudarme, pero tengo que ir a buscar a mis amigas, que estarán sumamente preocupadas por mí.

-Entonces, ¿te he rescatado?- Anne se giró indignada y él la cogió del brazo- ¡Para, boba! Tengo que darte una noticia.- La muchacha le miró entre furiosa e incrédula- Tengo la nota del examen que Queen’s- anunció emocionado.

- Felicidades por su primer puesto señor Blythe.- comentó con resquemor, bajando la mirada.

-¡No tonta! Hemos empatado en el primer puesto ¡Los dos somos los primeros!-Anne abrió mucho los ojos.

-¡Los primeros entre 200!- Exclamó emocionada, olvidando momentáneamente su aversión por ese muchacho.

- Siento que tengas que compartir el puesto.- murmuró Gilbert. Se quedaron en silencio, mirándose a los ojos.- ¿No podríamos ser amigos? Esta niñería ha llegado ya demasiado lejos.

- ¡Me heriste profundamente!- le recriminó Anne.

- Siento lo que dije de tu pelo. No sabes lo muchos que me arrepiento.- añadió con voz melosa y el corazón de Anne latió con fuerza.- Entonces ¿somos amigos?

- Por qué no lo adivinas ya que eres tan listo- comentó divertida y se alejó ante la atenta y reconfortada mirada de Gilbert.

jueves, 26 de mayo de 2011

Versión: Ana de las Tejas Verdes- Anne & Gilbert (II)

-Primeras Impresiones-


"¡Maldito día!" pensó durante mucho tiempo Gilbert Blythe acerca de la primera vez que Anne Shirley llegó a la escuela de Avonlea. Y no fue culpa de la muchacha pelirroja que el joven Blythe deseara muchas veces que el sol no hubiera salido ese día.


Anne apareció en su primera clase con una gran sonrisa, y cuando el profesor le comunicó que se sentaría con Diana Barry su sonrisa aumentó más si cabe. Gilbert se moría por hablar con la joven y por un momento dejó de pensar en bromear con sus amigos para concentrar todos sus esfuerzos en llamar la atención de la chica. Cuando esta se giró un instante, él le guiñó un ojo pensando que así no tardaría en repetir el gesto, pero estaba equivocado, ella no se volvió más. La sangre de Anne hervía de sólo pensar en él, ¡era un desconsiderado y un maleducado!

Pero Gilbert no se rindió y empezó a tirarle gomitas al pelo, aún con todo ella hacía caso omiso. El muchacho no aguantaba su indiferencia, por qué tenía que ser justamente ella la única chica del colegio que le ignoraba. El chico había quedado fascinado con el rojizo color de sus trenzas y esos ojos verdes que dejaban entrever su inteligencia. Esa era otra de las cosas que el impresionaban de ella, ¡tenía una brillantez y una forma de ser y de hablar tan distinta a la de las demás! Y encima era tan hermosa, qué más se podía pedir. Pero ella hacía oídos sordos a todo lo que él decía, a todas las veces que le llamaba.

Así que decidió pasar a mayores y, tirándole de las trenzas, empezó a picarla.


-¡Zanahoria!- dijo- ¡Zanahoria!- repitió más alto. Anne no aguantó más y levantándose cogió la pizarra del chico y en un ataque de furia la estampó contra su cabeza, rompiéndola. Por ello el profesor le castigó todo el día cara a la pared. Y fue entonces cuando la chica pelirroja comenzó a odiar con todas sus fuerzas a Gilbert Blythe.


A la salida del colegio el chico estaba hablando con Ruby Gillis. Ruby era una chica rubia y guapa, todos creían que Gilbert y ella estaban juntos, pero nada más lejos de la realidad. El joven no soportaba la superficialidad de las conversaciones de Ruby, antes las aguantaba porque creía que todas las chicas eran así. Pero tras conocer a Anne y su magnífica inteligencia no podía soportar más a la chica rubia con la que en ese momento hablaba.


Anne salió del colegio con la barbilla levantada y acompañada por Diana. Gilbert se acercó para disculparse, pero ella siguió con su camino. El chico la cogió del brazo.


-¡Espera, Anne!- dijo agarrándole con fuerza. Ella mantuvo la mirada al frente y el rostro orgulloso.- Quiero disculparme por haberte picado antes.


-No hay perdón para ti.- dijo Anne sin dignarse a mirarle.- Te odiaré por siempre Gilbert Blythe, nunca podré perdonarte.


Y siguió caminando con una impresionada Diana, dejando a un Gilbert Blythe de piedra, incapaz de reaccionar.

Pero no fue sólo un ataque de furia, Anne cumplió su palabra y durante años no le dirigió la palabra más de lo estrictamente necesario. Gilbert se arrepintió muchas veces de sus palabras, pero ambos eran los primeros en clase y estaba destinados a congeniar.