lunes, 18 de octubre de 2010

Las Hijas de la Luna- VII

Capítulo 7

Me llevo la mano al pecho y trato de respirar con normalidad. El saludo de Garlión me ha cogido por sorpresa y me apoyo en la pared tratando de recuperar la compostura. Él me mira con una satisfecha sonrisa y veo en sus ojos que está disfrutando viéndome débil y acorralada. Me sereno poniéndome en pie y alzando la cabeza. Él hace la debida reverencia.
-Majestad.- asiento y él se alza.- Venía a avisaros de nuestra marcha.
-¡No!- exclamo. No puedo controlar el tono de mi voz así que permanezco unos segundos en silencio, buscando las palabras y la forma de decirlas.- Querido Garlión, querría hacerle una petición.
Su rostro cambia, de la gran satisfacción a una profunda duda.
-Querría que dejase a su hijo primogénito aquí, en Kniss.- Sus ojos muestran una gran sorpresa. No es una petición corriente.
-Princesa… ¿para qué requerís a mi hijo en Kniss?- Ahora soy yo la que le tiene desconcertado, y disfruto del momento. Me acerco a él sonriéndole con superioridad.
- Rey de Derán, sois uno de los componentes de la Alianza de los Cinco ¿no? Pues yo creía que entre los componentes de la Alianza no hay dudas, ni sospechas, todos los componentes están siempre dispuestos a hacer lo que sea por los demás.- Él baja la cabeza, avergonzado.
- De acuerdo Princesa. Mi hijo Keneth permanecerá en Kniss hasta que vos dispongáis.
-Perfecto.- Digo sonriendo y le acompaño al patio, donde su esposa espera con sus tres hijos. Garlión se acerca y le comunica mi petición a su familia. La reina se echa a llorar y abraza a su hijo. Me fijo más en él, tiene el pelo castaño algo ondulado y ojos azules, parece sereno e interesante. El chico se acerca y hace una reverencia.
-Mis presentaciones princesa, mi nombre en Keneth, príncipe heredero del reino de Derán.- Asiento complacida y dejo que me bese la mano.- Estaré encantado de cumplir los deseos de mi padre en beneficio de Derán, Kniss y la Alianza de los Cinco.
El chico es inteligente.
-He dispuesto dos carromatos para que se desplace la familia real de Derán. Uno para el rey, para que disponga de todo el trayecto para dedicarlo a pensar en sus problemas, la reina y sus dos hijos viajarán en otro.
No tarda demasiado en llegar el carro para la reina y los príncipes. La hermana pequeña de Keneth se me acerca. No tendrá más de cinco años pero tiene unos ojos azules que transmiten mucha madurez. Lleva agarrada fuertemente una muñeca de trapo que está en las últimas. Me hace un gesto para que me acerque. Me agacho y me habla al oído.
-Por favor princesa Syra, no dejes que mi hermano vuelva con nosotros.- Sus serenos ojos reflejan miedo.
-¿Cuál es tu nombre?- sonríe.
-Lish.- responde orgullosa.
-Muy bien Lish te prometo que cuidaré de tu hermano.- Asiente y monta en el carromato con su hermano y su madre. Garlión permanece a mi lado, esperando el suyo. Cuando lo ve aparecer por la entrada abre mucho los ojos. Es un carromato decrépito que se cae a cachos. Me mira sorprendido mientras lo sirvientes cargan su equipaje tratando de no destrozar el vehículo que transportará a Garlión. Cuando se monta le miro directamente a los ojos.
-Para que la próxima vez me trates con más respeto y me tomes en serio.- Y el rey de Derán se atusa la barba. El carromato parte y veo alejarse a mi peor pesadilla. El rey Elmer también está preparando su ida. Le hago la misma petición que a Garlión, pero él no duda en dejarme a su hijo Nadir. A los dos muchachos se les habilita dos estancias mientras permanezcan en Kniss.
La Regente me coge en un pasillo y me pregunta sobre la presencia de esos dos muchachos. Le explico mi plan, uno de ellos se convertirá en mi marido, abre mucho los ojos, pero afirma que es un buen plan. Garel no reacciona igual cuando se lo digo, agacha la cabeza y respira con fuerza.
-Sabías que pasaría.- digo. Estoy sufriendo viéndole tan decaído. Da un puñetazo a la mesa, lo que me sobresalta.
-Pero no tan pronto.- intuyo que estará buscando razones de peso para convencerme de que no me case.- Eres muy joven, sólo tienes diecisiete años. Además, tener un rey podría significar que él controlase tu reino, además de tu vida. Piensa también en los hijos, tendrás que tener, ¿no te ves muy joven? No podrás salir a más campañas ni nada.- Está desesperado, sus ojos son el vivo reflejo de su alma. Le abrazo y le susurro al oído que nada me separará de él, que nadie me controlará, que seré siempre yo misma, que jamás me perderá, también le susurro que le quiero. Cuando nos separamos voy a reunirme con los dos príncipes para explicarles la situación. Ninguno de los dos parece sorprendido. Charlo con ellos un rato. Los dos son muy simpáticos. Nadir es muy divertido y encantador, tiene un don para las mujeres, Keneth es muy inteligente, también tiene su punto divertido, perece muy interesante. Pero sin duda es Nadir quien me parece la mejor opción como marido, tiene el pelo negro y los ojos oscuros, totalmente seductores.
Nos llaman para la cena. Me despido para arreglarme y la propia Duquesa me ayuda. Le pregunto si cree que ellos querrán casarse conmigo, sonríe.
-Por supuesto que sí. No eres la más bella princesa, que sin duda es la princesa de Phorex, pero sí que tienes un vasto reino, además de ser muy poderoso y estar bien situado estratégicamente. Además al casarse contigo ostentarán automáticamente el título de Reyes de Kniss, cosa que no se puede decir de muchas más princesas.
Sus argumentos me convencen. Cuando nos sentamos en la mesa el ambientes es relajado y mis invitados sonríen. Me siento presidiendo la mesa, la Regente se coloca a mi derecha, Keneth está sentado al lado de la Duquesa, mientras que Nadir está a mi izquierda. Pero a mi izquierda inmediata hay un sitio vacío, todos los cubiertos están puestos, pero nadie está sentado. Me preguntan por el sitio vacío y afirmo que hay otro invitado. La cena es distendida, incluso divertida. Cuando vamos por el segundo plato se abren las puertas. Garel entra arreglado y se sienta en el sitio de mi izquierda. Nadir se levanta y mira acusador a Garel.
-¿Por qué hay un plebeyo sentado a mi lado? Además ¿Quién es?
-Mi nombre es Garel.- se presenta el chico, tendiéndole la mano.
-Y tras mi matrimonio se convertirá en mi consejero.
-Este es el chico con el que se rumorea que estás liada. ¡No quiero que sea mi consejero!- Chilla fuera de sí. Yo me pongo en pie y le miro enfurecida a los ojos.
- No te he preguntado tu opinión sobre quién debería ser o no mi consejero, además tú no eres quién para ordenarme a mí nada. Abandona ahora mismo Kniss, has ofendido gravemente a la Heredera, ahora este jamás será tu reino.- Comienza a protestar y se niega a irse.- Antes que nada un buen marido tiene que ser un amigo, y tiene que ser bondadoso, tú no cumples esos requisitos así que márchate.
El príncipe se marcha airado y Garel le sigue, para comprobar que realmente se va. Miro a Keneh, que ha permanecido en silencio.
-¿Querría convertirse en mi esposo y rey de Kniss?- el príncipe asiente y noto una profunda tristeza. Salgo de la sala y rompo a llorar. Nunca pensé que sería tan duro, ni en mis peores pesadillas. Una persona se acerca corriendo, es Saskia, una de las guerreras de mi confianza.
-Majestad.- exclama jadeando.- El chico que hay en las mazmorras.- trata de recuperar el aliento.- el que dice ser el príncipe Alec. ¡No es él!- Le miro sorprendida, aunque lo sospechaba no esperaba una confirmación.- Cuando bajé a alimentarle y le vi, supe que no era él.
-¿Cómo sabes quién es el príncipe Alec?- ella baja la cabeza y murmura.
-Yo era su amante.- Abro mucho los ojos.- La verdad es que he bajado con la intención de liberarle, pero no era él. Probablemente murió en el ataque al campamento.
Veo que está llorando y se me encoje el corazón. Yo pasándolo mal porque voy a tener que casarme con un hombre al que no amo, pero Garel está vivo, y está a mi lado. Abrazo a Saskia y le prometo que lo solucionaré.
Me meto en la cama con un montón de preocupaciones y no logro conciliar el sueño, hasta que el cansancio me vence.
Hoy es tarde cuando me despierto y me noto preocupada. Miro a mi alrededor, todo está a oscuras. El corazón comienza a latirme con fuerza, juraría que he visto una sombra moverse.

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